miércoles, 29 de octubre de 2014

GALLETAS DE MANTEQUILLA CON MI SUPER MARAVILLOSO Y ADORABLE SELLO PARA GALLETAS


   
Hola mis dulces!!

Lo primero: perdón, perdón, perdón, perdón y perdón multiplicados por mil… Lo sé, os he tenido muy abandonados. Pero el inicio del curso ha sido: demoledor!!! Pensé que mi post-apendicitis no me pasaría factura en el trabajo, pero sí, supongo que tanto antibiótico y demás, me dejó débil, sumado a que este año cambié de curso y soy una feliz pero agotada tutora de 25 ángeles-diablillos de 1º de Primaria que me absorben toda la energía, a lo que le añadimos el teatro, piscina, marido, familia y amigos, con lo que me queda poco-nada de tiempo para dedicarle al blog y a la página de Facebook. Pero prometo, que aunque no tan a menudo como antes, seguiré publicando esas recetas que más me gustan y que mejor resultan, para que podáis disfrutar con ellas tanto como yo y los míos.


Así que vamos allá con esta receta que es una de las que suelo usar cuando hago galletas decoradas, pero que un día me dio por probarlas con mi maravilloso sello para galletas, y resultaron un éxito!


  • 250 g de mantequilla en pomada, a mejor calidad, mejor sabor.
  • 175 g de azúcar glas
  • 1 huevo L ligeramente batido
  • 500 g de harina de trigo de todo uso
  • 2 cucharaditas de extracto de vainilla o cualquier otro aroma
  • 1 pizca de sal


Batimos a velocidad media-baja la mantequilla con el azúcar glas previamente tamizado hasta que quede una mezcla suave y homogénea.

Añadimos el aroma, que puede ser de vainilla o vuestro preferido, a mí me encanta la esencia de vainilla de wilton, y tiene la ventaja de que es incolora.

Después añadimos el huevo ligeramente batido y mezclamos hasta que esté bien integrado.

Incorporamos la harina previamente tamizada con la sal a cucharadas hasta formar la masa.

Sacamos la masa del bol de la batidora y amasamos a mano, incorporando más harina si nos la pide. Tiene que quedar suave y brilllante, pero no se tiene que quedar pegada a las manos.

Podemos añadirle colorantes comestibles para hacerlas de nuestro color favorito, incluso arcoíris, yo alguna las hice de color rosa clarito jaspeado, porque era resto de una masa que tenía.

Refrigeramos la masa unas dos horas en la nevera.

Sacamos la masa de la nevera y la cortamos en tres partes.

Ponemos un papel de hornear sobre una superficie y extendemos una de las partes de la masa con un rodillo con film transparente por encima para que no se pegue la masa al rodillo y la dejamos de un grosor aproximado de 6-7 milímetros.

Mientras tanto podemos ir calentando el horno a 180º C.


Vamos formando las galletas o bien con un cortador que elijamos, o como yo en este caso, con el sello para galletas que me tiene enamorada, con el que nos bastará elegir uno de los varios diseños que tiene y sujetarlo al émbolo interior, luego presionamos sobre la masa y bajamos el émbolo con el sello para dejar el diseño estampado en la galleta.


Vamos poniendo las galletas un poco separadas en la bandeja del horno rociada con spray desmoldante Dübör para que se despeguen fácilmente, y metemos la bandeja en el horno y las hornearemos entre 10 y 12 minutos. De todos modos, como cada horno es un mundo, mejor vigilar y controlar la cocción hasta que nos podamos fiar de él. 

Una vez las saquemos del horno, esperamos unos minutos y las pasamos a las rejillas para que se enfríen por completo. 


Y voilá: unas llamativas galletas que son una delicia y que gustan a todo el mundo. Yo tengo que evitar hacerlas mucho, porque me llaman a gritos desde la caja y no puedo parar hasta que las devoro!!!!


Y ahora me voy para la camita, que mañana toca otro intenso día con mis adorables monstruitos del cole. 
Un beso muuuuuuy dulce!